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Opinión, pensamiento crítico, para quienes creen con fe en
el cambio



La tecnología ha dejado de ser el horizonte y se ha convertido en el vecino del aula. No viene prometiendo solo pantallas luminosas: obliga al profesor a replantearse su rol, a negociar entre lo virtual y lo humano, a asumir que el aula del siglo XXI puede ser terreno minado e ingobernable.


En Chile, ese viraje es abrupto. Las escuelas rurales aún carecen de conectividad básica, las brechas de acceso entre territorios se mantienen, y la formación docente en tecnologías digitales sigue siendo marginal. Según datos recientes, en los últimos 15 años solo 219 docentes egresaron con mención en Educación Tecnológica en el país, una cifra que indica el rezago estructural del sistema.


El desafío no es técnico: es institucional y cultural. No basta con dotar escuelas de dispositivos. El éxito depende de cómo esos dispositivos se integren al proyecto pedagógico, de la acompañamiento docente, del liderazgo escolar, de la comprensión del papel de la tecnología como mediadora, no como protagonista.




Oportunidad: personalización y ahorro de carga lectiva



La inteligencia artificial ofrece escenarios prometedores: adaptar contenidos según fortalezas del estudiante, automatizar tareas repetitivas y liberar tiempo del docente para la conversación rica, la tutoría y la reflexión. En la Universidad de Chile se está impulsando la alfabetización de docentes en IA para ajustar estrategias pedagógicas mediante datos predictivos.


También plataformas educativas bien evaluadas pueden ayudar a detectar brechas en tiempo real, permitiendo intervenciones más oportunas. De hecho, solo el 26 % de las herramientas EdTech más utilizadas cumplen estándares rigurosos, lo que pone el foco en cómo elegir con criterio la tecnología adecuada.



Riesgo: alienación del docente y empobrecimiento del vínculo



Cuando la tecnología se impone sin mediación, el docente se convierte en operador de pantallas, no en mediador del sentido. Los riesgos incluyen:


  • Que el alumnado dependa del algoritmo para pensar, no para cuestionar.

  • Que la corrección automatizada desplace el juicio pedagógico.

  • Que se profundice la brecha entre quienes tienen recursos tecnológicos y quienes no. UNICEF ha advertido que digitalizar sin cerrar brechas de acceso es reforzar desigualdades.

  • Que el docente sienta que su papel es prescindible: ya hay estudios que muestran que muchos profesores perciben la IA como amenaza, no como aliado.




Estrategias para manejar la tecnología en el aula



  1. Formación continua y alfabetización digital


    No basta con entregar tablets; los docentes deben ser capacitados no como operadores, sino como críticos de la tecnología. En Chile ya se realizan diplomados en integración de IA y docencia.

  2. Modelo de adopción gradual y reflexiva


    El modelo RAT (Reemplazo, Amplificación, Transformación) propone niveles progresivos: primero usar tecnología como reemplazo, luego para amplificar, y finalmente para transformar el aprendizaje. 


    No empieza transformando la clase, sino pensando cuándo y cómo la tecnología aporta valor real.

  3. Liderazgo escolar como motor del cambio


    El equipo directivo debe tener visión digital, competencias pedagógicas y actitud innovadora. Investigaciones muestran que las escuelas exitosas en integración TIC tienen directivos comprometidos e integradores.

  4. Políticas públicas orientadas al soporte real


    Inversión sostenida en conectividad, equipamiento, mantenimiento y soporte técnico. También incentivos para que escuelas en zonas aisladas no queden rezagadas.




Chile, pantalla adelante: qué puede transformarse



  • Las metodologías como el aula invertida (flipped classroom) permiten que las clases presenciales se dediquen a debate, experimentación y tutoría, mientras el contenido teórico se trabaja en casa apoyado por plataformas virtuales.

  • La evaluación formativa se puede enriquecer con datos generados por sistemas que monitorean progreso del alumno, pero sin relegar el juicio profesional del docente.

  • En un futuro cercano, será imprescindible regular el uso de modelos de lenguaje (ChatGPT, LLMs) en evaluaciones: cómo integrarlos sin depender de ellos, cómo asegurar ética y originalidad. Un estudio reciente alerta sobre problemas de transparencia, sesgo y privacidad en LLMs aplicados a educación.




El aula se convierte hoy en un campo de batalla simbólico: entre quienes creen que la tecnología salvará la educación y quienes temen que la convierta en un simulacro. No es cuestión de “tecnofobia o tecnofilia”, sino de mirar con criterio humano.


El docente no puede ser empujado pasivamente: tiene que reclamar su lugar como mediador del sentido, como maestro que acompaña, no como mayordomo de la plataforma. Si Chile quiere un sistema educativo con alma, debe asumir que la tecnología no es neutral, y que integrarla implica decisiones éticas, formativas y culturales.


 
 
 

La eutanasia no solo preocupa a la Iglesia porque contradice su visión teológica. La amenaza concreta es cultural y social: el sufrimiento se convertirá en un problema a eliminar, lo que limita la posibilidad del acompañamiento compasivo y la experiencia de completitud con el ciclo de la vida.


Aquí la crítica de la Iglesia se vuelve no solo legítima, sino necesaria: la dignidad de morir bien, es también sostén ante la pérdida de sentido de la vida, perdón y refugio por lo vivido.



Redes de acompañamiento
Redes de acompañamiento


La autocrítica pendiente: ¿qué hemos ofrecido como Iglesia?

El acompañamiento real a enfermos terminales y a sus familias ha sido insuficiente. El acceso a cuidados paliativos en Chile sigue siendo limitado, y muchas veces el discurso eclesial se ha percibido como moralista antes que compasivo.


📍 Datos a considerar: El 70% de la ciudadanía chilena, se encuentra a favor de la ley de eutanasia, concentrándose en la zona central, donde hay mayor acceso a innovación y pluralidad de experiencias. En regiones, la posición es distinta, la influencia de la iglesia es mayor, como lo es también la vigencia de tradiciones indígenas que tienen una cosmovisión diferente sobre la muerte.


Primera acción: apoyar políticas de salud pública que aseguren el acceso universal a cuidados paliativos, creación de redes comunitarias de acompañamiento y, sobre todo, mostrar que el sufrimiento nunca se enfrenta en soledad.

 

 

Una mirada al futuro: laboratorio ético

La aprobación de la eutanasia no será el último tema en disputa. Chile se encamina hacia debates cada vez más complejos: suicidio asistido, reproducción asistida, manipulación genética, inteligencia artificial aplicada a la salud. Cada uno de estos desafíos pondrá a prueba la capacidad de la Iglesia de dialogar, desde una posición firme y abierta.


📎 Ante este laboratorio ético global las categorías clásicas de la moral se verán interpeladas. Si la Iglesia se mantiene en una posición de mera resistencia, corre el riesgo de volverse irrelevante en un debate que marcará las próximas décadas.


El no perpetuo podría generar una incapacidad de influir en la toma de decisiones de contingencia. Las leyes modifican la cultura institucional de un país, por lo que obligará a todo el ecosistema católico a transformarse. Será necesario participar desde una escucha activa.


Segunda acción: cómo ser una voz crítica y lúcida que logre abrir horizontes éticos ante las nuevas problemáticas sociales. Existe la oportunidad de volver a situar en el centro preguntas fundamentales sobre qué significa vivir y morir humanamente.

 


Una Iglesia en clave de las nuevas generaciones

No se trata de claudicar en los principios, sino de redescubrir cómo se anuncian dentro de un país que en las últimas décadas se ha encontrado en crisis con las instituciones, principalmente aquellas que soportan la probidad, la transparencia y la tradición.


Tercera acción: integrar valores fundamentales a las necesidades del mundo, sin perder identidad.






📌 ¿y tú, como defines tu experiencia de vida? ¿Consideras que la aceptación de la muerte es una cosa de actitud o de largo proceso espiritual? Te leemos en @fundaciondracma. Tu opinión podría modificar como vemos el mundo.

 
 
 

En un mundo saturado de pantallas, los jóvenes redescubren el placer de leer en papel, de anotar en cuadernos, de escuchar vinilos o de cocinar recetas familiares. Lo retro se vuelve un refugio: un gesto de resistencia frente a la inmediatez digital y un puente con la memoria de sus ancestros. Este rescate de prácticas “pasadas de moda” no es solo estética, también es búsqueda de ritmos vitales más humanos, menos marcados por el consumo y el avance acelerado del progreso.

 


Entre hermanos no nos entendemos

¿Pero qué sucede cuando la innovación es mayor que el reloj biológico? La brecha entre generaciones se vuelve más amplia. Los integrantes de una familia, desconocen el lenguaje de sus hermanos, de sus padres. Una familia que exige rápida adaptación, abandona la mesa por falta de entendimiento. La integración es menor entre nietos y abuelos: en estos, el acercamiento a generaciones más jóvenes se vive con mayor ansiedad y vergüenza. Los grupos de mayor edad, son despojados de la posibilidad de comunicarse ágilmente dentro de una sociedad que se mueve con vértigo entre la tradición y la modernidad: el exilio comienza a vivirse, desde transformaciones casi imperceptibles, como la  extinción de artefactos análogos en la vida cotidiana. La expropiación del suelo social no es geográfica, es espiritual.

 

En reacción a este fenómeno, varias generaciones comienzan a sentir una desvinculación con la cultura actual y miran hacia el pasado como un espacio auténtico y seguro. Una de las aristas de este cambio en la marcha, es la percepción de los jóvenes respecto a los millenial: la generación donde se concentra el mayor consumo de tecnología, la generación con más problemas de consumo de alcohol, la generación de la ansiedad. Los millenial para la generación Z, son el reflejo de un periodo en donde los cambios culturales fueron profundos y radicales, y en ese proceso, se presenta a esta generación, como aquella que fue desprovista en el acompañamiento de la educación del mañana.



La radio y la música como experiencia colectiva
La radio y la música como experiencia colectiva

Las nuevas generaciones ven como solución el regreso al conservadurismo, para bien o para mal: se rescatan valores casi olvidados que sostienen el espíritu de una cultura, pero también se evidencia un recrudecimiento conservador ante cambios sociales indispensables para la integridad de todos los seres humanos.



Si aumentamos la lupa, el conflicto mediático se vive entre dos principales miedos: la incertidumbre frente al futuro y los cambios culturales en temas de género.


 

Religión y espiritualidad: entre la crítica y la añoranza

En este marco, la relación con la religión se vuelve ambigua. La generación Z desconfía de la Iglesia Católica por hechos polémicos, históricos, dentro de la institución, pero al mismo tiempo algunos jóvenes buscan en lo espiritual, un espacio de comunidad y sentido. Esa nostalgia por lo sagrado se expresa en rituales pequeños, en meditaciones personales, en lecturas filosóficas, ¿Cómo llevamos esto a las misas dominicales, a las enseñanzas de las catequesis, a las aulas de clases?

Es un fenómeno que combina ruptura y continuidad: se cuestiona la autoridad religiosa, pero se extraña el arraigo comunitario que ofrece.


 

Lo urgente no es cuestionar el objetivo de la nostalgia, sino dotarla de un horizonte emancipador. Un lugar aún no abordado que podría convertirse en la oportunidad de crear espacios más diversos e integrativos liderados por la iglesia, y en la representación de una nueva generación de jóvenes católicos que buscan sentido en ese mundo incierto, nostálgico de futuro.





 

📌 El desafío es comprender a estas juventudes no como contradictorias, sino como expresión de un tiempo complejo: una generación que, mientras rescata el pasado con cierta dureza, exige también un país más justo, plural y ético.

 
 
 

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