📻 Z: La generación de la nostalgia
- lovlab estudio creativo
- 22 sept
- 3 Min. de lectura
En un mundo saturado de pantallas, los jóvenes redescubren el placer de leer en papel, de anotar en cuadernos, de escuchar vinilos o de cocinar recetas familiares. Lo retro se vuelve un refugio: un gesto de resistencia frente a la inmediatez digital y un puente con la memoria de sus ancestros. Este rescate de prácticas “pasadas de moda” no es solo estética, también es búsqueda de ritmos vitales más humanos, menos marcados por el consumo y el avance acelerado del progreso.
Entre hermanos no nos entendemos
¿Pero qué sucede cuando la innovación es mayor que el reloj biológico? La brecha entre generaciones se vuelve más amplia. Los integrantes de una familia, desconocen el lenguaje de sus hermanos, de sus padres. Una familia que exige rápida adaptación, abandona la mesa por falta de entendimiento. La integración es menor entre nietos y abuelos: en estos, el acercamiento a generaciones más jóvenes se vive con mayor ansiedad y vergüenza. Los grupos de mayor edad, son despojados de la posibilidad de comunicarse ágilmente dentro de una sociedad que se mueve con vértigo entre la tradición y la modernidad: el exilio comienza a vivirse, desde transformaciones casi imperceptibles, como la extinción de artefactos análogos en la vida cotidiana. La expropiación del suelo social no es geográfica, es espiritual.
En reacción a este fenómeno, varias generaciones comienzan a sentir una desvinculación con la cultura actual y miran hacia el pasado como un espacio auténtico y seguro. Una de las aristas de este cambio en la marcha, es la percepción de los jóvenes respecto a los millenial: la generación donde se concentra el mayor consumo de tecnología, la generación con más problemas de consumo de alcohol, la generación de la ansiedad. Los millenial para la generación Z, son el reflejo de un periodo en donde los cambios culturales fueron profundos y radicales, y en ese proceso, se presenta a esta generación, como aquella que fue desprovista en el acompañamiento de la educación del mañana.

Las nuevas generaciones ven como solución el regreso al conservadurismo, para bien o para mal: se rescatan valores casi olvidados que sostienen el espíritu de una cultura, pero también se evidencia un recrudecimiento conservador ante cambios sociales indispensables para la integridad de todos los seres humanos.
Si aumentamos la lupa, el conflicto mediático se vive entre dos principales miedos: la incertidumbre frente al futuro y los cambios culturales en temas de género.
Religión y espiritualidad: entre la crítica y la añoranza
En este marco, la relación con la religión se vuelve ambigua. La generación Z desconfía de la Iglesia Católica por hechos polémicos, históricos, dentro de la institución, pero al mismo tiempo algunos jóvenes buscan en lo espiritual, un espacio de comunidad y sentido. Esa nostalgia por lo sagrado se expresa en rituales pequeños, en meditaciones personales, en lecturas filosóficas, ¿Cómo llevamos esto a las misas dominicales, a las enseñanzas de las catequesis, a las aulas de clases?
Es un fenómeno que combina ruptura y continuidad: se cuestiona la autoridad religiosa, pero se extraña el arraigo comunitario que ofrece.
Lo urgente no es cuestionar el objetivo de la nostalgia, sino dotarla de un horizonte emancipador. Un lugar aún no abordado que podría convertirse en la oportunidad de crear espacios más diversos e integrativos liderados por la iglesia, y en la representación de una nueva generación de jóvenes católicos que buscan sentido en ese mundo incierto, nostálgico de futuro.
📌 El desafío es comprender a estas juventudes no como contradictorias, sino como expresión de un tiempo complejo: una generación que, mientras rescata el pasado con cierta dureza, exige también un país más justo, plural y ético.







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