Chile ha avanzado en cobertura y acceso a la educación, pero no ha logrado resolver lo esencial: cómo se aprende y para qué se educa. Pese a las reformas y evaluaciones estandarizadas, las brechas estructurales persisten y los indicadores de calidad se mantienen por debajo del promedio de la OCDE. ¿Qué nos falta? Una transformación profunda que incorpore los hallazgos de la neurociencia, la psicología y la experiencia internacional para diseñar un modelo educativo realmente humano, eficaz y justo.

La neurocientífica Nazareth Castellanos ha sido clara: “Un cerebro estresado no aprende, solo sobrevive”. Sin embargo, nuestras escuelas siguen funcionando bajo esquemas rígidos, presionados por el rendimiento y desconectados del bienestar emocional. El sistema castiga el error, valora la repetición mecánica y mide el aprendizaje solo en función de resultados cognitivos, ignorando que el conocimiento se construye con cuerpo, mente, emociones y el espíritu. Una integración esencial que cambia de manera transversal el paradigma educativo.
La psiquiatra Marian Rojas Estapé, por su parte, plantea que “El modo en que nos vinculamos con los demás está relacionado con cómo nos cuidaron”. Los niños, en sus primeros años de vida, aprenden observando a sus figuras de cuidado. Por ello, es fundamental que los padres trabajen en su capacidad de autorregulación emocional. Esto nos plantea que el aprendizaje es un proceso que involucra a toda la familia.
Chile aún funciona bajo un paradigma industrial de educación: homogéneo, fragmentado, jerárquico. Y aunque ha habido avances —como la Ley de Inclusión o los programas de formación socioemocional— estos no han sido suficientes ni sistemáticos. Aún falta incorporar seriamente la evidencia científica en el diseño curricular, en la formación inicial docente, y en la organización de los tiempos y espacios escolares.
💬 Es hora de preguntarnos: ¿Y si la evaluación dejara de centrarse en la memorización y premiara el proceso, el error constructivo y la reflexión? ¿Y si los colegios dejaran de ser centros de control conductual para convertirse en verdaderos entornos de desarrollo del ser humano?
🌱 La respuesta no es simple, pero la dirección es clara. Chile necesita dejar de mirar la educación como un problema técnico y empezar a entenderla como un proyecto cultural. No se trata solo de contenidos, sino de sentido. De qué tipo de seres humanos queremos formar.
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